Revolución de la moda en el siglo XVIII
En el siglo XVIII se puso de moda entre las aristócratas el «vestido a la francesa»
Durante esta centuria, París siguió dictando los cánones de la moda, aunque, debido a lo costoso de sus productos, en otros países de Europa surgieron diversos revivals de modas del pasado, mientras que entre los hombres aumentó la costumbre de vestir uniforme militar en la corte. En la mujer volvió un tipo de verdugado llamado miriñaque , un armazón de cinco aros, sobre el que iban unas enaguas con volantes y fruncidos. El vestido incluía el corpiño, que en esta época se llevaba con cintura de avispa, y la falda, abierta por delante. Se llevaban amplios escotes y mangas cortas con cintas, encajes, volantes y encañonados. Hacia mediados de siglo, los miriñaques llegaron a su máxima amplitud, de tal forma que dificultaban los movimientos.
Los hombres llevaban levita larga de seda o terciopelo, almilla sin mangas, pantalón corto y ceñido, medias blancas y zapatos de hebillas, con profusión de chorreras y encajes. En este período hubo gran profusión de complementos: además de los habituales, fueron corrientes los relojes, las tabaqueras, las bomboneras, los neceseres y los frascos de perfume
En lugar del paño se introdujeron telas suntuosas y lustrosas, como el terciopelo, la seda o el brocado. Los vestidos femeninos adquirieron líneas más sueltas y vaporosas, y también más insinuantes. Esta nueva moda fue el reflejo de un cambio cultural más amplio, el de la transición del barroco al rococó, un período este último caracterizado por el espíritu exuberante y excesivo que invadió Versalles y París,
Revolucíon de la moda en el siglo XIX
La moda es uno de los fenómenos sociales más interesantes del siglo XIX: triunfan los primeros sastres con firma propia, aparecen las revistas que contribuyen a democratizar la indumentaria y a introducir gustos internacionales (principalmente parisinos) y, damas y caballeros modernos sucumben, por primera vez en la historia, a los cambios de temporada con sus tendencias particulares. En aquella etapa, el vivir cotidiano estaba unido a la observancia de unas rígidas costumbres establecidas. El estricto protocolo disponía qué había que ponerse en cada actividad: el paseo, el baile, la visita de cortesía… e, incluso, en actos políticos o religioso
La moda masculina
- Casaca negra con forro rojo: la casaca se utilizó hasta principios del siglo XIX y era una prenda que caía hasta la altura de la rodilla y que se ajustaba al cuerpo, abrochándola mediante botones. Poco a poco se irán diseñando chaquetas más variadas.
- Pantalones holgados: con el Romanticismo este tipo de pantalón, conocido como “de pliegues”, empezará a hacer la competencia a los pantalones más estrechos que estaban de moda anteriormente.
- Chaleco: a lo largo del siglo las chaquetas empezarán a llevarse más abiertas para lucir los chalecos. En este caso el protagonista del cuadro lo lleva a juego con la camisa.
- Insignia de Caballero de Calatrava: la Cruz de Calatrava es un símbolo utilizado por la Orden de Calatrava (orden militar y religiosa de carácter honorífico y nobiliario). Está formado por una cruz con los cuatro brazos iguales, de color rojo y con flores de lis en los extremos.
- Perla: durante el siglo XIX los hombres llevaban pocos complementos que normalmente eran sencillos y delicados, como esta perla.
- Reloj de bolsillo: los hombres llevaban los relojes colgados de unas cadenas que se conocían como “leontinas”.
La moda femenina
- Pinjante de perlas y piedras preciosas: es un tipo de joya que se lleva colgada. Los materiales como el oro o las piedras preciosas se utilizaban para hacer las joyas más elegantes que se distinguían de las que se llevaban a diario.
- Escofieta: tocado que usaban las mujeres, hecho normalmente a partir de gasas y que también podía llevar lazos, encajes, flores, cintas o plumas.
- Abanico: se convierte en esta época en uno de los complementos favoritos de las mujeres y serán decorados con imágenes de todo tipo. Los abanicos además tenían un lenguaje propio y servían para comunicarse con otras personas.
- Chal de cachemira: la cachemira es un tejido que se obtiene de la lana de un tipo de cabra muy escasa. Por ello es una muestra de distinción y en el siglo XIX se hizo popular para fabricar prendas de alta calidad.
- Estola: prenda de abrigo femenino que tiene una forma alargada, que suele ser de piel y que se colocaba sobre los hombros o alrededor del cuello.
- Peinado de tirabuzones: los peinados con grupos de bucles o tirabuzones a los lados de la cabeza serán muy típicos en el Romanticismo.
Revolución de la moda siglo xx
El siglo XX es considerado por muchos como uno de los siglos más transformadores y evolutivos que ha vivido la humanidad. Desde la sociedad conservadora de principios de 1900 hasta el mundo progresista y ecléctico de finales de los años 90. Antes de este siglo, la sociedad en general (y la moda & la belleza en concreto), podía tardar décadas en cambiar significativamente. Durante el siglo XX el ritmo de cambio se produjo por años, y a veces por meses. La sociedad cambió la forma de vivir, y nosotros cambiamos la sociedad. La primera década de 1900 encendió la chispa de la llama. Aquí está la historia de la moda del siglo XX:
Belle Époque
La transición entre los siglos xix y xx fue conocida como Belle Époque o, en Reino Unido, como «época eduardiana», que coincidió en arte con el estilo Art Nouveau, caracterizado por un decorativismo exagerado. Esta época se significó por el lujo y la ostentación, por el hedonismo y la despreocupación, en lo que fue el canto del cisne de la alta sociedad. A principios de siglo, se llevó en moda femenina la silueta en forma de S, con el cuerpo rígido, el busto hacia delante y las caderas hacia atrás.
Durante la Primera Guerra Mundial la confección sufrió restricciones, debido a la escasez de material y a las carencias motivadas por la conflagración. La mayoría de casas de alta costura cerraron. Las mujeres optaron mayoritariamente por los trajes sastre y un estilo austero de inspiración militar. Sin embargo, tras el conflicto surgió la voluntad de dejar atrás los años de privaciones y volver a disfrutar de la vida, retomando en cierta medida los años festivos de la Belle Époque. Por otra parte, la mayor libertad de la que habían gozado las mujeres durante la guerra quiso ser perpetuada tras el fin de la contienda, ya que no quisieron renunciar a los adelantos conseguidos: la femme ornée de los años anteriores a la guerra se convirtió en la femme liberée. Así, en los años 1920 se impuso una estética andrógina de formas planas y rectilíneas, con vestidos cortos de cortes rectos, con cierta inspiración en el cubismo y el art déco, los estilos artísticos del momento
Glamour y vanguardismo (1945-1970)
En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial la moda fue preferentemente utilitaria, debido a la escasez de recursos. En Reino Unido, la Cámara de Comercio promovió el Plan de Utilidad (Utility Scheme) —vigente hasta 1952—, que regulaba todos los aspectos de la producción textil, desde el diseño y la fabricación hasta los precios y la cantidad de ropa disponible para el público. Se instauró una línea austera, práctica y simple, de cortes sencillos, chaquetas cuadradas y faldas rectas o tableadas, con hombros anchos y cinturas estrechas. En indumentaria masculina, se prescindía de prendas y detalles superfluos, como chalecos, tirantes, solapas y bajos vueltos en los pantalones. Otra recomendación de la época era el remiendo y el reciclaje de prendas antiguas. Algunos diseñadores británicos de alta costura se enmarcaron en esta línea
En los años 1950 se llevaron las líneas suaves y ondulantes, así como nuevas prendas que destacaban por su funcionalidad, como los vestidos camiseros, las faldas plisadas y los twin-set, unos conjuntos de chaqueta cárdigan y jersey a ras de cuello.
Los años 1960 vieron el auge del prêt-à-porter, la introducción de las fibras artificiales y un mayor afán por dirigirse cada vez más a un público más joven, así como una inspiración cada vez mayor en el arte de vanguardia. La moda se relacionó cada vez más con la cultura del momento, la música, la literatura, las artes visuales: fue la moda pop, que traslucía un sentimiento renovador, basado en la cultura popular, con exaltación de la juventud como valor positivo universal y una mayor preocupación por la creación de una moda de alcance masivo, dirigida a todos los públicos y a cualquier poder adquisitivo
La moda hippy desapareció en los años 1970, pero sus formas siguen inspirando a numerosos diseñadores, principalmente en cuanto a faldas fluidas de gasa, chalecos de cuero, superposición de prendas y mezclas de tejidos y estampados
En estos años empezó a despuntar la moda inglesa, con un tono más vanguardista que la francesa, como los estampados geométricos inspirados en el op art o las prendas que imitaban los trajes de los astronautas. Una innovación fue la minifalda, ideada por Mary Quant, quien también introdujo el uso de leotardos en el vestir diario, una prenda usada hasta entonces para el deporte
La era del individualismo (1970-2000)
Las últimas décadas del siglo vieron una preferencia cada vez mayor por la individualización de la moda, iniciada en los años 1970, que Tom Wolfe definió como «la década del yo». Se buscaba un estilo personal alejado de los dictados de los grandes modistas, en el que se valoraba la imaginación y la novedad. La depresión económica derivada de la crisis del petróleo llevó a la moda a una búsqueda de prendas más baratas y funcionales. Por el día se llevaban prendas convencionales, de colores neutros, pero por la noche se desbordaba la fantasía, con colores estridentes y combinaciones extravagantes
Entre los años 1970 y 1980 la moda masculina denotó una fuerte influencia de la ropa deportiva, aunada a una amalgama de influjos que iba desde la ropa clásica hasta el estilo pop, todo lo cual devino en un estilo apodado «casualismo». El look casual se basaba en el uso de marcas prestigiosas de ropa y una gran atención a los detalles, si bien con una gran heterogeneidad en la elección de prendas y un cierto componente elitista. Algunas de las prendas predilectas eran los tejanos Lois, las zapatillas Adidas o la ropa deportiva de Lacoste, Fila o Ellesse. Fueron iconos de este estilo el tenista Björn Borg, el golfista Arnold Palmer y el cantante David Bowie
Los años 1980 fueron una época de contrastes, con la convivencia de estilos inconformistas como el punk con los nuevos movimientos clasicistas, como el de los yuppies
En los 1980 surgió una nueva imagen para la mujer trabajadora, una mujer de éxito que entraba en las directivas de las grandes empresas, basada en un prototipo de amazona glamurosa que emanaba tanto poder como cierta sexualidad implícita, lo que se plasmaba en vestidos de holgadas hombreras, peplo ensanchado en las caderas, minifalda, medias opacas negras y tacones de aguja, así como complementos como los pañuelos de Hermès y la bandolera dorada de Karl Lagerfeld. Representaron esta línea diseñadores como Donna Karan y Giorgio Armani.
Entre los años 1980 y 1990 se desarrolló la cultura hip-hop, que como otros fenómenos musicales tuvo su traslación al mundo de la moda, en una nueva línea que fue denominada «estilo urbano». Fue un movimiento de origen afroamericano, circunscrito a sectores marginados socialmente, por lo que rechazaban la alta costura y las grandes firmas. En su lugar, optaron por la ropa deportiva, chándales y zapatillas Adidas o Nike, junto con sombreros Kangol. Esta cultura influyó en los llamados b-boys —bailarines de breakdance—, así como a los artistas callejeros del grafiti, que se caracterizaron por el uso de pantalones y camisetas holgados. Con el tiempo y el éxito, numerosos artistas hip-hop cobraron un creciente gusto por la extravagancia —abrigos de piel, zapatos de piel de cocodrilo— y el uso de abundantes joyas —conocido como bling-bling—, sobre todo cadenas de oro y diamantes. El peinado típico de esta cultura urbana fue el high-top fade, con los costados afeitados y el resto en punta
En los años 1990 predominó la diversificación, con mayor inspiración en la naturaleza, como en la corriente new age. Surgió el fenómeno de las top-models, modelos de pasarela que alcanzaron una gran celebridad, como las estrellas de cine, entre las que destacaron Claudia Schiffer, Naomi Campbell o Cindy Crawford. En general, la moda fue de corte más realista, como la tendencia llamada destroyer
siglo xx
En el nuevo milenio la moda siguió por las mismas sendas iniciadas a finales del siglo xx, con tendencia a la atomización y el individualismo, y la convivencia de corrientes a menudo confrontadas. Como otros factores culturales, la moda se vio inmersa en los fenómenos de la globalización y la multiculturalidad. Un nuevo fenómeno sería el gusto cada vez mayor por el revival (también llamado vintage o «moda retro»), por la recuperación y actualización de estilos del pasado, un fenómeno parejo a la corriente cultural de la posmodernidad. En esta nueva centuria se fueron fusionando conceptos antitéticos como creatividad y negocio, y surgieron cada vez más marcas que ofrecían productos de diseño a un precio asequible; un claro ejemplo es la marca española Zara, creada por Amancio Ortega. En esta etapa la libertad creativa fue total debido a la multiplicidad de tendencias, ya que predominó el concepto del «todo vale»: faldas largas y cortas, prendas anchas y ceñidas, tonos oscuros y alegres, todo se lleva al mismo tiempo y cualquier producto tiene su público. Ya no son los diseñadores los que crean las tendencias, sino que es el público el que elige lo que le apetece en todo momento
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